25/01/2024 El Cronista Comercial - Nota - Opinión - Pag. 2 [noticia en diferido]

ZOOM EDITORIAL
El desafío de tensar la cuerda fiscal cuando la línea social es muy delgada
Walter Brown
En medio de la marea inflacionaria, reponer el impuesto a las Ganancias con un piso bajo resulta un castigo para la cada vez más menguante clase media

El paro que la CGT realizó ayer, apenas 45 días después de su asunción presidencial, planteó el enorme desafío que representará para Javier Milei administrar la crisis contradiciendo parte de su propio discurso.
Pero no solo ante un sector contrario a su proyecto que, en la voz de Pablo Moyano, cometió la barbaridad de amenazar con tirar al Riachuelo a un ministro. Sino también ante la base de electores que lo llevaron a la Casa Rosada y decidieron no parar, pero para quienes la aceleración de una inflación que ya era asfixiante y la mayor presión fiscal resulta un combo difícil de sobrellevar.
El salario cayó fuerte ante la inflación el año pasado y el arranque del 2024 pone más presión sobre las negociaciones paritarias, en un escenario en el que la caída de la actividad, la devaluación y el aumento de los costos reducirán los ingresos de los empleadores, por lo que subir los precios para compensarlo resulta contraproducente.
Así, el país profundiza una espiral descendente a la espera de que la recesión planche los precios por la caída del consumo, mientras se ajusta el déficit fiscal y se prende una vela al campo para que las exportaciones provenientes de la cosecha gruesa ordene las cuentas. Pero aunque posible, aún este último punto no está asegurado, dada la caída del precio de los commodities y el rezongo de un sector agropecuario que, antes de iniciar el proceso de venta de su producción y contra las promesas de campaña, ve aumentar las retenciones y caer el incentivo expotador ante la ampliación de la brecha del tipo de cambio.
Curiosamente la razón de ir contra las promesas de no subir impuestos, es parte de los argumentos que esgrimió la CGT para darle contenido al paro, más allá de una explosión inflacionaria que no derivó en ese tipo de medidas durante el gobierno anterior, pese a que el aumento de precios y la pobreza vienen de la mano desde hace varios años.
Y es que en medio de la marea inflacionaria, reponer el impuesto a las Ganancias -retitulado a los Ingresos Personales- con un piso bajo y que se actualizará recién cada tres meses, resulta un castigo para la cada vez más menguante clase media, que ya hacía cuentas para afrontar los incrementos tarifarios que vendrán y a la que se le prometió que el ajuste lo pagaría la "casta".
Cualquier negociación paritaria que consiga recuperar el mes próximo en los salarios el 50% de inflación que se habrá acumulado en el último bimestre (25,5% en diciembre y al menos 20% en enero), dejará dentro de la obligación de pagar el impuesto al trabajador que hoy recibe en el bolsillo $ 600.000, es decir que apenas logra que su familia asome la cabeza por encima de la línea de la pobreza ($ 500.000). Una línea demasiado delgada para contener una tensión creciente.



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